La huida del sol, se podría llamar este mes. El sol que no calienta. La tierra helada, el aire petrificado, los pájaros mudos. Un sábado de junio de este año 2021. A mi izquierda, el mate recién hecho. A mi derecha, una mandarina. Hoy me levanté sin dolor. Dormí casi once horas. Muchísimo. No sé bien a qué se debe. Quizás sea el frío, la oscuridad de junio o simplemente que me rendí. Nunca sentí tanto la oscuridad de junio como este año. Otros años no me daba cuenta. Los días eran largos, no importaba la estación en que estuviéramos. A las siete de la tarde (noche) se encendían las luces, la calefacción, se recibía a la gente en el futón. Empezaba el trabajo. Hoy no queda nada. A las siete se cierra la puerta, se dejan las ventanas abiertas para que corra el aire, el frío nos muerde la nuca.
El gajo de la mandarina que elegí está llena de semillas. Las voy escupiendo lento, la lengua hace unos movimientos suaves para ir separando los fragmentos de fruta de las semillas. Trago el dulzor de lo que resta. Al menos no es insípida.
Un breve tintineo del celular me avisa que alguien me manda un mensaje. Se abre el sol de la mañana.
No estamos solos.
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