Cuando era chica tenía un arsenal de palabras para derrochar. El tiempo pasó y entonces la dirección cambió. La expansión se hizo repliegue. Dicha concentración me volvió más compacta, más real. Nada que ver con envejecer (eso tiene que ver con procesos del cuerpo). Es el fueguito que habita en el interior de cada uno y que quiere ser nombrado. La belleza está en cada latido de cada corazón que bombea generosamente para nosotros. Es el mantra más lindo. Un yo soy al unísono del mundo.
lunes, diciembre 11, 2017
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