Un puente puede ser un cordón. Y un cordón también te puede matar. Pero hay un cordón que te hace nacer. Así que nos amigamos con los cordones.
Liar, atar, acordonar... ¡vivan los verbos!
La gata me mira con sus dos ojos increíblemente verdes y me tira cordones desde su distancia gatuna. Yo estoy, te dice, pero a una cierta distancia. El cordón allí es muy necesario.
Este blog también es un cordón. Nos sabemos bien qué une pero algo une. Por algo sobrevivió.
Hoy volví a escuchar a Tori Amos, amiga mía.
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